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QUE LOS DESPENSE ALVARADO.
Por Ezequiel Castañeda Nevárez.


Uno de los motivos por los cuales la votación en todo el país se inclinó hacia los candidatos del PAN fue el desgaste de muchos años del PRI en el gobierno, el cual se sumó a una serie de errores más que se cometieron, fundamentalmente en la economía y al interior del propio partido, razón por la cual quedó en segundo lugar la contribución que hizo el priismo, o más bien el sistema presidencialista en la construcción de instituciones que permitieron un desarrollo del país que, aunque imperfecto, se dio en absoluta paz social y con diversos programas sociales que permitieron y garantizaron el acceso a la salud, a la educación y a la política de las clases más desprotegidas del país.

El escenario de confrontación permanente del PRD y el apoderamiento que de este partido político hicieron los grupos más radicales y sus tribus también abonó para que la verdadera izquierda, la histórica e intelectual, se hiciera también a un lado y dejara libre el camino a los chuchos, bejaranos, amloistas y similares quienes desdeñaron aún a las llamadas vacas sagradas como el propio Cuauhtémoc Cárdenas, considerado líder moral y fundador de ese Partido político.

La esperanza ciudadana se centró en los panistas y el país se pintó rápidamente de azul en un clima de entusiasmo generalizado ante la posibilidad de un verdadero cambio encabezado por el candidato presidencial triunfante en el 2000; un ranchero descocado sin el menor indicio intelectual y sin conexión de la lengua con el cerebro, que conquistaba por sus ocurrencias en campaña y por sus baladronadas, sin reparar que tales desplantes no tienen ninguna utilidad para la hora de gobernar. El resultado está a la vista. Ahora los ciudadanos tienen mucho más claro que la honradez, la experiencia, la capacidad no devienen de un color partidista porque todos resultan ser lo mismo, aunque también queda claro que los compromisos religiosos y yunquistas si interfieren en el buen desarrollo de la gestión de gobierno y en la proscripción de la política como instrumento para la convivencia armónica y esto puede verse en los gobiernos emanados del PAN que invariablemente involucran sus prácticas o compromisos religiosos en todo, inclusive en el gobierno.

El caso del Presidente Municipal de Alvarado, quien enterró en un predio familiar cientos de despensas que debieron haber llegado con carácter de urgente a muchas manos necesitadas de auxilio, de alvaradeños que seguramente votaron por el PAN es un muy significativo ejemplo de que los integrantes de este Partido no resultan ser ninguna garantía de capacidad ni mucho menos de honradez. Los mismos que votaron por el PAN resultan ser los afectados por este acto de incapacidad y de inmoralidad que tanto ha ofendido a la sociedad veracruzana porque se trata de alimentos, colchonetas, cobertores que tenían un destino específico y cuya entrega debió ser inmediata a su recepción, pero el alcalde decidió echarle tierra al asunto.

Como respuesta a este acto inmoral la dirigencia panista ha asumido la defensa esgrimiendo argumentos de todo tipo, ninguno de ellos válido en un caso evidentemente perdido ante tantas elementos de convicción como la misma confesión del munícipe, quien ofende la inteligencia de los alvaradeños con sus justificaciones. Era para los dirigentes del PAN mucho más fácil aceptar el error y ofrecer una disculpa a nombre de su partido que pretender hacer lo mismo que han hecho en casos muy conocidos de corrupción y de agravio a la sociedad como losl de Tantoyuca, Las Choapas, Boca del Río, Veracruz y muchos otros más.

Si su justificación es que estas despensas estaban en estado de descomposición y si esto fuera cierto, no es difícil imaginar el escándalo político que habrían hecho los panistas de todo el país cuestionando al gobierno del estado por haberles entregado productos descompuestos a un alcalde de extracción panista politizando el error en caso de que se hubiese dado pero, como fue del otro lado aducen linchamiento político y exigen silencio y complicidad cuando las pruebas del agravio están más que a la vista, aun enterradas. La actitud de los panistas al defender a su compañero podría encontrar justificación en caso de que existieran dudas o si se tratara de una acusación infundada pero, cuando se trata de evitar que sean sancionados quienes cometieron este grave atentado solo por pertenecer al PAN, cambia la cosa.

Lo mejor que puede suceder en este caso es que se inicie la investigación ministerial correspondiente y que en esta se esclarezcan los hechos y se sancione a quien resulte responsable, fuera de las presiones de los Partidos políticos y de cuestiones subjetivas, porque se trata de un programa asistencial que debió aplicarse de acuerdo a la emergencia que se presentó y tratar de politizar este acto, mucho menos haber impedido el beneficio de la manera en que lo hizo el munícipe alvaradeño echándole tierra, porque lo que sacó fue puro lodo.

No deben sorprendernos los panistas cuando tenemos suficientes ejemplos de que cuando un miembro de este Partido comete delitos en contra del pueblo veracruzano o que comete cualquier otra falta, de inmediato se alzan todos ellos en su defensa para politizar el asunto y para impedir la acción de la justicia, lo que no resulta ni justo ni moral. La única utilidad que tiene todo esto es que muestra de cuerpo entero a los panistas y hace evidente no solo su incapacidad para gobernar y para defender al pueblo de los malos servidores públicos sino su verdadera consistencia moral e ideológica nada cercanas al pueblo. Estos resultan ser quienes realmente son un peligro para México. Esa es la cuestión. Que los despense Alvarado.


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