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EL ÉXITO ELECTORAL DEL PRI

Por Ezequiel Castañeda Nevárez



No han faltado los priístas emotivos que insisten en celebrar ruidosamente la victoria del PRI en el pasado proceso electoral, al obtener este la mayor parte de los escaños del Palacio Legislativo de San Lázaro, atribuyendo el resultado a méritos propios de los candidatos o a la capacidad de operación de su partido, sin considerar la participación que tuvieron en los resultados obtenidos los adversarios; en el caso del Partido Acción Nacional, su aun dirigente nacional, Germán Martínez y el propio Presidente Felipe Calderón, y sin considerar tampoco la aportación que en muchos de los casos tuvieron los gobernadores de los estados ni otros factores que inciden generalmente en los resultados electorales federales. El sustento que impulsa esta pretensión viene de aquella sentencia filosófica que afirma que hay tiempo de tronar los cuetes y tiempo de recoger las varas, para que se entienda que en la adversidad, hay que recoger las varas con dignidad y en el triunfo, tronar los cuetes con notorio júbilo y, si en procesos pasados se obtuvieron resultados adversos, en esta ocasión, justificada estaría la celebración.


Aunque en Veracruz existen verdaderas razones para establecer que el resultado obtenido obedeció a una estrategia bien definida, concordante con las líneas trazadas por la dirigencia nacional, pero con una clara y precisada orientación local, el gobernador Fidel Herrera Beltrán ha puntualizado que, si bien es cierto que la lucha no fue fácil y que hubo que sobrevivir a todas las campañas de lodo, aún habiéndose posicionado su partido, el PRI, como la primera fuerza política nacional, se debe evitar una actitud triunfalista y que más bien, este es el momento de entregar mejores resultados a la ciudadanía que confió en los candidatos del tricolor, trabajando con mayor firmeza y ofreciendo mejores resultados en la gestión pública. En pocas palabras, el gobernador veracruzano advierte a sus correligionarios: no permitas que el éxito te llegue a la cabeza y el fracaso al corazón, porque se alcanza el éxito cuando se convierte cada paso en una meta y cada meta en un paso. O sea, que con el triunfo electoral solo se ha dado un paso más en el proyecto de dar mejores resultados a los gobernados, para seguir contando con su confianza y su aprobación. Por si no se había entendido, Fidel Herrera recordó el consejo político del ideólogo tuxpeño Jesús Reyes Heroles, quien decía que las luchas fáciles no son luchas –son trampas mortales para quienes creen que la política es una vía sencilla- necesitamos, afirmó con Reyes Heroles el gobernador, menos triunfalismo y más responsabilidad para trabajar con seriedad ante la nación. Habría que añadirle que al vencer sin obstáculos, se triunfa sin gloria.


Ante justificadas emociones de quienes obtuvieron la mayoría de votos en sus distritos o para sus candidatos, debe imponerse la actitud mesurada del gobernante veracruzano para interpretar el mensaje que los ciudadanos dejaron en las urnas electorales a todos los partidos políticos y preparar nuevas actitudes ante nuevos escenarios políticos que muy pronto habrán de presentarse en la entidad, para evitar esos descalabros electorales que están afectando a otros partidos políticos y que no tienen por qué presentarse en el PRI de Veracruz. Esa es la cuestión















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