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EL REINO DE FOXILANDIA.

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.




El escupitajo que la ex pareja presidencial envía en pleno rostro a todo el país al mostrar cínicamente en una revista de frivolidades el botín logrado durante su paso por el poder presidencial en la remodelación de un rancho que apenas hace algunos años era la imagen viva de la ruina y la desolación, tiene su explicación.


La exhibición de un rancho totalmente transformado en el reino de Foxilandia con todo y reina y su bufón, en donde se aprecia el derroche de recursos en unas instalaciones que hace apenas algunos años hablaban de carencias, limitaciones y deterioro, propiedad de un ranchero en bancarrota que culpaba en aquel entonces al sistema político de todas sus tribulaciones financieras y que fue lo que le animó a entrar a la política para oponerse a ese, tiene su explicación.


“Jamás de los jamases me imaginé que iba a ser Presidente de México, y ya lo fui” dijo en su entrevista con la famosa revista el autor de tantas frases de colección como el “¿Y yo por qué? o el de corte internacional como “Comes y te vas” que le propinó a Fidel Castro. El chiste político mexicano, tan cruel y despiadado atribuye a una madre cualquiera esta frase que parece aplicarse al caso: “si hubiese sabido que mi hijo iba a ser Presidente de la República, lo habría mandado a la escuela”. Efectivamente, el suceso no es frecuente, es como el burro que toca la flauta, meramente circunstancial y aislada; de hecho ocurre una en millones de veces porque se trata del casi improbable caso de una sola persona, carente de inteligencia, inculto e impulsivo que logra imponerse a una clase política entrenada, una población sabia, con historia, y a una opinión pública inteligente e informada, pero harta y con sed de venganza que contó con el instrumento de castigo a través del voto permitiendo que llegara un tipo con las características de Fox.


No hace mucho tiempo afirmamos en este mismo espacio que Vicente Fox ha sido el Presidente más tonto de México explicando que en las etapas del presidencialismo en México concurrieron primero los Generales del Ejército postrevolucionario, después los civiles connotados, los políticos, los tecnócratas, los neoliberales y, finalmente, los tontos, debido a la degradación natural de un sistema de elección en donde el antecesor no permite que le suceda alguien mejor que él.


La explicación que la psicología moderna nos da sobre la personalidad de individuos como la del ex mandatario, en palabras llanas, es la siguiente: funcionan en nuestra cabecita dos hemisferios; a saber, el izquierdo y el derecho; el primero de estos concentra la inteligencia, el raciocinio, que tiene que ver con la lógica, las matemáticas, lo exacto, lo científico; y el segundo, que tiene qué ver con lo creativo, la imaginación, la innovación y el arte, lo que explica que existan genios de la ciencia o del arte por la preeminencia de alguno de estos hemisferios en su cerebro o quienes mantienen un equilibrio entre ambos, aclarando, como ya se pudo apreciar, que no soy conocedor de la materia sino que solo tratamos de explicarnos el atrevimiento del señor Fox y esposa y esta puede ser una explicación de muchas más que existen sobre el tema, los expertos tendrán mejor explicación. Algunas personas, me platican expertos en la materia, simplemente carecen de inteligencia, son tontos, pues, no hay nada en su cabeza, no hay razón ni emociones, mucho menos equilibrio de hemisferios, simplemente ausencia, son tontos, por eso son como son y por eso hacen lo que hacen, como los bufones que actuaban en los antiguos palacios, cuyo trabajo consistía solo en exhibir su estupidez natural, no fingida, para entretener al poderoso con su sonsera. A nadie molestaban estos personajes porque su distintivo era la gran simpatía de la que hacían gala derivada de su bobería, como el candidato Fox con aquello de las tepocatas, sanguijuelas y con otras gracejadas más que aventaba en campaña y desde Los Pinos como Presidente. Lo mismo parece suceder con el Presidente Bush, por cierto, tan afín al nuestro. Aristóteles, hablaba de cuando la razón gana a la pasión, lo que indica que puede haber conflicto de hemisferios que se traducen en determinada conducta, pero también puede no darse tal cuando no existe ni una cosa ni la otra, cuando hay ausencia, cuando el individuo es tonto, que carece de inteligencia. Ahora, la combinación de una persona con esas características, sumada a otra dominante, manipuladora, egocéntrica, con una marcada ambición y exhibicionismo, entre otras lindezas que adornan a la otra parte de la ex pareja presidencial, nos dan la explicación de que simplemente los Fox exhiben ante todos sus posesiones, lo que tienen, y esto es solo la suma de sus personalidades y una riqueza material exorbitante y reciente sin medir que este acto de frivolidad ofende a toda una nación que vive en medio de la pobreza.


Cierto es que el arribo de un hombre como Fox al poder viene siendo el símil del burro que tocó la flauta y que la probabilidad de que se repita es casi nula, el hecho debe servirnos para que en lo sucesivo tengamos mayores precauciones al respecto, a propósito de la reforma electoral que se discute actualmente; más importante que la participación del dinero, de las televisoras, de los políticos o de los Partidos en los procesos electorales, debe establecerse, como requisito indispensable para ocupar el cargo de Presidente de la República y otros cargos más, el que los aspirantes acrediten no ser tontos, para lo cual deberán someterse a estudios de personalidad, de conocimientos elementales de civismo, de historia y de cultura general. Al menos, como ya lo hemos afirmado antes, tendríamos la ventaja de que una gran parte de los aspirantes saldrían bateados en la primera aduana y ganaría con esto el país mucho más de lo que imaginamos. Esa es la cuestión. (eze_cas@hotmail.com)






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