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¡AGUAS CON EL AGUA!

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.

La noticia, justificadamente ubicada en primera plana como nota principal, no es como para ignorarla: “Pelean por agua en La Perla”, informaban los medios en la semana, mencionando que más de 9 mil personas se quedaron sin el suministro de tan preciado líquido a causa de la destrucción de tubería e instalaciones por parte de un grupo de inconformes, encabezados por el Presidente municipal de La Perla, para evitar que se surta de agua a una comunidad del vecino estado de Puebla.
Tal vez valdrá la pena conocer después los motivos que impulsaron al edil para cometer el atentado, porque este ya había advertido que dinamitarían los registros de captación y que correría la sangre para defender la propiedad del agua, pero por ahora, lo que vale la pena es reflexionar sobre el tema porque desafortunadamente ya puede añadirse la disputa por el agua al enorme catálogo de causas de conflicto social.
Siendo como lo es el agua, absolutamente necesaria para la vida, su escasez trae consigo enfermedades, epidemias, desertización, menor producción de alimentos, disminución de las probabilidades de vida y pérdida de ecosistemas en general, entre muchas otras consecuencias. El uso indiscriminado o el abuso del vital elemento, también ha contribuido, junto con la contaminación, la tala inmoderada de los bosques y otros similares a que cada día se incrementen los problemas relacionados con el agua, elemento que ha venido a ser el centro de tensiones sociales y políticas en distintos lugares del orbe, llegando a ser un recurso estratégico valorado al nivel del petróleo y del oro, principalmente en países del otro lado del mundo, en donde incluyen ahora obligadamente el tema del agua en sus convenios y acuerdos internacionales, porque allá consideran que la próxima guerra en Medio Oriente será por disputas por el agua, más allá del tema de la pobreza, del desarrollo y aun de las diferencias religiosas, condición que también podríamos vivir en este lado del mundo si no tomamos a tiempo las medidas adecuadas.
Aunque debemos evitar el catastrofismo, no podemos dejar de reconocer que el agua es un recursos deficitario que, aunque no desaparezca totalmente, su disminución en las zonas urbanas o de asentamientos humanos podría propiciar enfrentamientos sociales y problemas de salud que podrían rebasarnos si no aplicamos cuanto antes las medidas adecuadas y oportunas para su preservación, normando el uso racional y el cuidado del agua, ahora que aun podemos hacerlo.
El agua debe ser valorada, cada vez más, como lo que es, un recurso deficitario a escala mundial, indispensable para preservación de las especies, que nos pertenece a todos y todos la necesitamos; por eso podemos entender que su escasez o ausencia puede generar conflictos por el simple instinto de conservación, pero jamás por simples egoísmos injustificados, como parece ser el caso de los habitantes y autoridades del municipio de La Perla que simplemente no quieren compartir el agua por egoísmo sin que parezca existir alguna razón justificada.

Hacemos votos por que no se cumplan los pronósticos catastrofistas de quienes avizoran la desaparición de la vida por la desaparición del agua, a la vez que rogamos porque todo el género humano haga conciencia del riesgo que enfrentamos si no contribuimos para que este vital recurso se preserve para esta y para las próximas generaciones y, principalmente, para que deje de ser motivo de tensiones y conflictos, así que, si bien es cierto que hay que normar el uso, aprovechamiento y derechos sobre agua, nunca debe ser con sentido patrimonialista porque, más que de egoísmos tontos, lo que debemos pensar es que preservando este recurso preservamos la vida de todos. Esa es la cuestión.

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AMLO PRIVATIZA EL DEBATE.

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.



Los ciudadanos de a pie, que somos la mayoría en este país, aun no logramos informarnos sobre el contenido y alcances de la propuesta del gobierno de Felipe Calderón sobre la llamada reforma energética o reforma petrolera ni lo que opinan los que saben de la materia, cuando sorpresivamente, quienes se dicen contrarios a la privatización, o sea los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, privatizaron el debate sobre el tema al secuestrar las sedes de los legisladores federales, supuesto lugar del debate político nacional.

Lo malo de esta singular privatización de López Obrador, es que esta incluye tremendas barreras para evitar que los que no sabemos del tema nos enteremos realmente que es lo que está sucediendo, con la intención de que, por esta desinformación muchos caigan en la tentación de apoyar las ocurrencias del privatizador tabasqueño creyendo hacer lo correcto y justo, al grado de sentirse verdaderos patriotas, adelitas y revolucionarios.

Lo que nos pretende vender ahora el señor López Obrador, con su activismo político reciclado, es que él y únicamente él encabeza la defensa del petróleo de todos los mexicanos, el cual se encuentra en grave peligro de ser privatizado a causa de la mentada reforma propuesta por su archienemigo Felipe Calderón. Dicho de esta manera tan sencilla, quienes no apoyemos de inmediato y de manera incondicional las movilizaciones sociales, teóricamente somos considerados traidores a la patria.

Nada de eso, el ejercicio de la soberanía, que radica esencialmente en cada uno de nosotros, nos da el derecho a estar debidamente informados y a determinar nuestros actos con libertad, apegados a la Ley, razón por la cual, lo que debemos todos defender, es justamente ese derecho a la información, a enterarnos, a saber qué es lo que realmente está sucediendo, en qué rayos consiste esa mentada reforma, cuáles son sus pro y contra y qué dicen al respecto los expertos, para tomar decisiones conscientes, informadas e inteligentes más allá de los puntos de vista de nuestros supuestos defensores patrioteros.

Hasta ahora, lo único que hemos visto es a un reactivado político opositor que toma una bandera, que nos conmina a la lucha, mientras hace su lucha para que no nos enteremos de nada que no provenga de su dicho, porque supone que no tenemos capacidad para decidir por nosotros mismos, dejando más bien la sensación de que lo que realmente pretende, tras su fallido intento de obtener la Presidencia de la República, a través del voto, es reventar el sistema, provocar el caos social bajo el pretexto de la supuesta defensa petrolera porque ve inmejorable la coyuntura política con la propuesta de esta reforma para convertir esta circunstancia en el “Atenco calderonista”, poner al gobierno panista en jaque y darle mate. Cierto es que más que merecido se lo tiene Felipe Calderón por los constantes pifias de su gobierno, pero lo malo es que todos nosotros nos encontramos en medio de este embrollo sin saber aun qué terreno pisamos y a punto de padecer los atentados a la paz por parte del líder opositor.

Por una parte, Calderón nos asegura que no habrá privatización; el PRI confirma que jamás apoyará la privatización y aun así AMLO vocifera que aunque no vemos la privatización, sí la habrá y por esta supuesta amenaza decide cerrar los canales de comunicación política, tendiendo cerco a las cámaras de diputados y de senadores, privatizando el debate, reduciéndolo a sus trillados discursos y denuncias.

Lo único que si ha quedado claro es que el líder moral del PRD, o más bien de una de las partes de lo que queda del PRD, lo que pretende es mantener los faroles en su grata persona, imponer la agenda política a partidos políticos y al gobierno, resquebrajar el sistema y presentarse como opción posterior al caos social. Lamentablemente la estrategia del tabasqueño incluye actos violentos no deseables, aun cuando les denomine resistencia civil pacífica, porque además de la toma de las sedes de las Cámaras de Diputados y Senadores, incluye bloqueo de aeropuertos, vialidades, aduanas y edificios públicos, más la tomadura de pelo a miles de féminas a quienes llama “adelitas”, sitiando ciudades y centros de operación política, manteniéndose permanentemente en los medios para imponer sus condiciones que incluyen el no ceder la franquicia política del PRD a los “Chuchos”, cobrar facturas a determinados medios de comunicación y, finalmente, instalarse en el lugar de Felipe Calderón, mientras su dedo juega en nuestra boca haciéndonos creer que, en defensa del petróleo y de la patria, para alejar al fantasma de la privatización hay que seguir al pie de la letra sus indicaciones, cuando justamente hace lo contrario al privatizar el necesario debate que nos puede dar luz sobre el tema; esto nos deja en total estado de indefensión, se diga lo que se diga. Esa es la cuestión.

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NO TOLERO LA INTOLERANCIA.

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.





Nos llaman intolerantes a quienes no tenemos la voluntad o la habilidad para tolerar algo o a alguien. Lo mismo va para quienes tienen una actitud irrespetuosa sobre opiniones o actitudes diferentes a su personal forma de entender o de hacer las cosas, como es mi caso, que no tolero a los intolerantes.



Lamentablemente la discriminación hacia personas o hacia grupos que no coinciden con nuestros puntos de vista o con nuestras costumbres es muy frecuente en la sociedad actual, más que en épocas pasadas; por varias razones: la principal de estas, es que con el paso del tiempo la maldad se ha multiplicado y la bondad se ha resfriado, por eso los intolerantes saltan por todos lados y quienes no soportamos a los intolerantes también hacemos nuestra espectacular aparición.



Los intolerantes me han hecho no tolerarlos porque muchos de ellos nos hacen padecer a todos los ciudadanos desde temprana hora del día, más de alguno con cinco repeticiones de su claxon en esa hora pico de entrada de los chamacos a la escuela; los encontramos en el trayecto al centro de trabajo y durante todo el día, siempre manifestando su intolerancia, bien por la enorme fila de autos, por el encendido verde del semáforo, por los transeúntes que se atraviesan o por el avance del reloj, el pretexto es lo de menos. Lo mismo advertimos en las noticias matutinas, porque siempre hay quien se queje de la economía, de la inseguridad, del gobierno, de Hugo Sánchez, de la derrota del peje, del calor, de la contaminación, del gobierno, de las virolas, del cochinero del PRD, de la privatización de PEMEX, del América; en fin, de todo lo que posibilite la queja y la intolerancia hacia algo o hacia alguien.



Pues resulta que el pasado siete de marzo, allá en Querétaro, un grupo de jovenzuelos, autodenominados “Emos” - llamados así por aquello de que lo que les caracteriza es la expresión de las emociones- fueron agredidos por otros grupos de adolescentes intolerantes que no simpatizan con ellos porque los “Emos” quieren pasar desapercibidos, pero a la vez odian ser ignorados y discriminados y esta ideología molesta a los grupos de intolerantes, porque a ellos les parece esto toda una contradicción. El reprobable acto fue detonante para que sucediera lo mismo en Durango, Guerrero, puebla, el DF y en otras entidades, lo que hizo famosos a los “Emos” de todo el país.

Al parecer, los “Emos” también odian odiar, porque lo suyo es el ser víctimas, la melancolía, la tristeza, la infelicidad, la depresión, pero la friega que les pusieron los “darketos”, “punketos”, “metaleros”, “skatos”, “góticos” y “rokeros” los pasaron al bando de los intolerantes, porque ahora tampoco ellos toleran a los que a su vez no los toleran a ellos, así que ya tenemos más intolerantes en la lista. Ahora estos chavitos no saben si deben dejar de odiar lo que siempre habían odiado o seguir como antes de la agresión, cuando aun detestaban odiar, así que han incorporado todo esto a su ideología porque esto justifica mucho más su depresión.



Aunque los ahora famosos “Emos” buscan fortalecer una apariencia débil y dramática como signo distintivo del grupo, con la agresión sufrida les salió lo respondón y se pusieron roñosos, con justificada razón, porque una cosa es que ellos se autodestruyan un poco, sin hacerse mayor daño y otra cosa es que otros pelafustanes, ajenos a su grupo, se los frieguen y los hagan sufrir de verdad. Eso no se vale.



Aunque los “Emos” buscan ocultar su identidad con un mechón de su cabello tapando media cara, salieron del anonimato con la refriega que les propinaron sus congéneres de los otros grupos urbanos, lo cual debería entusiasmarles de alguna manera porque los hicieron verdaderas víctimas nacionales, pero no es así, lo cierto es que más bien les molesta y abochorna el hecho; por eso, algunos de los integrantes de este grupo urbano de la sociedad actual, prefieren cortarse con navajas la piel para sentir el dolor físico, auto flagelarse y sentir que están vivos gracias a ese dolor porque de esta manera han encontrado que pueden protestar en contra de los que protestan por su existencia. Y protestarán porque creen que no se vale que otros protesten de esa manera por el solo hecho de que ellos protesten de manera diferente a la de los demás. En fin, cosas de la contracultura juvenil que a todo le encuentran los jóvenes de todo el mundo.



Si estos ahora más famosos “Emos” vienen siendo hijos de los “Cholos” o de los “Punks” de los 90’s, nietos de de los “hipies” de los 70’s y bisnietos de los “pachucos” de los 50’s ya podemos imaginar cual puede ser el grupo colectivo del año 2020’s: los “Cholhipipunkemos”, cuya característica pudiera ser la afición a la lectura política para molestarse a si mismos y para fregar a los demás. Con solo imaginar esto queda más que justificada nuestra intolerancia hacia los intolerantes. Hasta dónde “Emos llegado” y hasta dónde “habrEmos” de llegar. Esa es la cuestión. (eze_cas@hotmail.com)







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