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LAS PALMADITAS A FOX

Por Ezequiel Castañeda nevárez.



Las palmaditas en la espalda a Vicente Fox, que Washington le recetó durante seis años sin que este se percatara de nada, tiene su explicación en el terreno de la psicología, que los expertos pueden explicar muy bien, principalmente cuando se trata de una persona con problemas mentales como es el caso. En el mundo empresarial, cuando de dirección y organización se trata, es un recurso recomendado por los expertos para hacer sentir bien a un empleado a fin de obtener de este un mayor y mejor rendimiento laboral, pero tienen la precaución de precisar que en materia de recompensa a un subordinado no es conveniente darle “palmaditas en la espalda” cuando se trata de un empleado que no rinde, porque esto tiene efectos secundarios que producen el efecto contrario al que se busca, con el paso del tiempo. Florence King, experto en este tema, afirma que esta acción es un defecto constitucional de la mente americana; dice que el “Factor Amabilidad”, también conocido como: “Síndrome de la palmadita en la espalda”, es una manifestación que encontramos en los diversos apelativos que aplicamos a la gente en lugar de emplear su verdadero nombre, eufemismos pues; los pobres, son los “culturalmente desfavorecidos” y los enanos son “personas de escasa estatura”, los viejos son personas de la tercera edad o adultos en plenitud. Todo se debe a la manía nacional –dice el tratadista- de evitar herir los sentimientos de los demás, aún cuando esta pueda resultar más hiriente a largo plazo, por eso utilizamos eufemismos y diminutivos para matizar esas palabras que pueden resultar hirientes.

No es que el ex Presidente haya sido considerado por Los EU como su empleado, que brincos daría este señor por serlo; lo que ocurre, es que también aquellas personas que despiertan ternura por su ingenuidad o por sus limitaciones o afectaciones mentales, como resulta ser el caso de Fox, de acuerdo al análisis realizado por el Vaticano, a propósito de la solicitud del guanajuatense para divorciarse, reciben con frecuencia palmaditas en la espalda a manera de consideración o conmiseración. En el caso de Fox, la acción se extendió por todo un sexenio y se pudo dar cuenta de ello tres años después de que abandonó la residencia oficial de Los Pinos.

“No más palmaditas en la espalda -dijo Vicente Fox- Lo que necesitamos es compromiso, el del Presidente Obama y del Gobierno de Los Estados Unidos pero no más palabras, no más planes, no más palmaditas en la espalda, como las que yo recibí por seis años” dijo el ex Presidente panista a la cadena televisiva a propósito de la visita de Obama a nuestro país.

La incapacidad de Fox en la conducción del país parece que era más notorio para el gobierno estadounidense que para algunos mexicanos, por eso, sus palmaditas en la espalda de Fox eran de consideración, piadosas; tal vez en sustitución de una explicación que se ve no comprendida, por falta de capacidad de entendimiento; ¿Qué más da? Se preguntará el lector cuando es asunto del pasado. Si lo recordamos ahora, es por dos importantes razones: una, para que la historia no vuelva a repetirse y que no permitamos que otro desequilibrado mental como este señor llegue al poder, sea del partido que sea. La otra razón, para estar atentos que no ocurra lo mismo con Felipe Calderón, panista también; porque ahora las palmaditas nos van a alcanzar a todos, pues el daño causado por el incremento de la delincuencia organizada es mayor y tales palmaditas podrían ser manazos de quiropráctico y esos si que duelen. Esa es la cuestión.


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