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A ANULAR EL VOTO NULO

Por Ezequiel Castañeda Nevárez


El desencanto de la sociedad por la actuación de muchos políticos de antes; la esperanza fallida de quienes creyeron que el cambio de partido en el gobierno federal traería la solución a los grandes problemas nacionales, con un señor que vendía gratuita la esperanza a todo México y que resultó todo un fiasco; la ineptitud de los actuales responsables del gobierno federal; la certeza de que los mesías e iluminados resultan ser un grave peligro para sí mismos y para quienes les rodean, por más bonito que hablen, son elementos de peso que han traído una marcada desilusión a grandes núcleos de la población por la política y por los políticos y han llevado a los electores a buscar alternativas para hacer reaccionar a esta clase política nacional, para que los políticos asuman compromisos concretos, acordes con las expectativas del ciudadanos y con el tamaño de los problemas que lo aquejan.

Una de las opciones que han recomendado algunos y que han sido reproducido por comentaristas y analistas, es el voto en blanco o el voto nulo, que no es lo mismo, pero que ha sido presentado con la misma causa y con el mismo propósito: el hartazgo de la sociedad y el manifestar a los partidos su rechazo y su molestia. De lo que se trata, dicen los promotores de esta actitud electoral, es de no destinar el voto en favor de ninguna de las opciones registradas por los partidos políticos, para que cuente como voto de desconfianza para todos estos.

Algunos sugieren votar por personas diferentes a las que aparecerán en las boletas electorales o hacer el acto dudoso para buscar la nulidad y manifestar su rechazo. Sea como sea, en ninguno de los casos encontramos que se cumpla el propósito que movería a los electores a intentar cambiar las cosas por esta vía, porque no está contemplado en la ley que se puede cambiar con determinado número de votos nulos ni creo que muchos de los políticos que hoy buscan una oportunidad o del gobierno sean movidos por esta acción ciudadana.

Lo que los ciudadanos debemos hacer, el día de la votación y los días por venir, es considerar el costo social y económico que ha significado llegar hasta donde hemos avanzado, con las limitantes que los mismos políticos y ciudadanos hemos impuesto, porque también nosotros tenemos responsabilidad en esto. Lo que debemos hacer es elevar la discusión, afinar los sentidos, informarnos más como sociedad, participar más en los asuntos públicos y exigir mucho más a los gobernantes y dirigentes políticos. Lo que no podemos hacer es nulificar el esfuerzo ni apostarle a la anarquía.

La sociedad requiere del talento de los políticos y de la participación de los ciudadanos; los que tenemos o los que podamos forjar en un futuro. La ausencia de política y de políticos daña mucho más que cien Vicentes Fox en el gobierno porque hace su aparición la ley del más fuerte y del más mañoso. No. Si no hemos sido capaces de construir un mejor sistema democrático ni mejores procesos electorales, entremos más a la política y eliminemos vacíos que hoy cubren muchos ineptos, pero no podemos empezar de cero anulando el esfuerzo ya hecho ni podemos dar palos de ciego haciendo solo por hacer, sin razón ni estrategia. Así que este 5 de julio debemos anular toda posibilidad el voto nulo. Vote usted por quien quiera, pero vote. Analice, razone su voto, decida el rumbo ejerciendo su derecho y cumpliendo con su deber. Destine su voto y crea en su país, que aquí seguiremos viviendo usted y yo, por eso debemos cuidarlo y mejorarlo, porque así como está, puede resultar en un estado fallido y no podemos permitir más calamidades porque entonces todos perdemos. Esa es la cuestión.

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“¿ Y LA POLÍTICA APÁ ?”

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.

A la memoria de ese hombre sabio, recto, irreprensible y justo, cuyo amor inunda, aun en su ausencia física, la vida de los Castañeda.



Uno de los mejores aciertos de la nueva Ley electoral fue el acortar los tiempos de campaña, cosa que agradecemos todos los ciudadanos porque, de unos meses para acá, desde el inicio de este proceso electoral, el ambiente político se ha enrarecido y ha contaminado otras actividades de la vida social, afectando la tranquilidad de la población. Casi toda la actividad electoral, a estas alturas, está manchada de lodo, promovida desde el centro del país por el Partido Acción Nacional, ante su inminente derrota en la mayoría de los distritos electorales, especialmente los que corresponden a nuestra entidad, de acuerdo a lo que consignan diversas encuestas de empresas reconocidas. Un día si y otro también, los ciudadanos nos topamos con permanente fuego cruzado de todo tipo de basura y la suciedad que se lanzan y se regresan partidos políticos y candidatos de todas las tendencias, de denuncias y señalamientos sin sustento ni razón, al grado de provocar un lamentable hartazgo en la sociedad en general, sin que los dirigentes partidistas se percaten de ello o sin que les importe un comino esto.


El desaseo como herramienta para la lucha electoral fue escogida por quienes más bien deberían promover exactamente lo contrario, porque entre sus obligaciones está la gobernabilidad del país y la tranquilidad de los ciudadanos en todos los órdenes de la vida social, como si no fuera suficiente la carga que representa para estos la violencia y la inseguridad que impera en el país por la lucha contra el crimen organizado y las fallas y filtraciones en los cuerpos de seguridad que supuestamente lo combaten, el desempleo y la falta de dinero, para que se añada, desde el gobierno federal, una carga adicional, sin sentido ni razón, con una revuelta política cargada de lodo y estiércol que no tiene más explicación que la preocupación que seguramente existe en el alto mando porque los ciudadanos en general y, particularmente los electores, tenemos muy presente las promesas de campaña del Presidente Calderón, que ofreció empleos, crecimiento, estabilidad económica, paz social, mejoría, avance y prosperidad, sin que nada de eso se vea en el horizonte porque este se aleja cada día más, dando más bien la idea de que el país se les está yendo de las manos porque abandonaron la política, que es la mejor herramienta para gobernar, pero ellos no lo saben. Todo esto se verá reflejando, seguramente, en los resultados electorales del 5 de julio, porque los mexicanos deseamos que se corrija el rumbo, que se adecente la participación política y que los servidores públicos cumplan con su deber; por eso, es urgente que reaparezca la política y se frene el deterioro social que promueven desde la federación, antes que sea demasiado tarde. Si esto no sucede, lo peor estaría por venir y el daño podría ser irreversible, por eso debe imperar en el país la política, no la basura. Esa es la cuestión.













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EN MANOS DEL CRIMEN

Por Ezequiel Castañeda Nevárez




El slogan principal del Partido Acción Nacional, en este proceso electoral, es: “No dejes a México en manos del crimen. Vota PAN”; precedido por la explicación de que los gobiernos anteriores al actual –incluido el de Vicente Fox, supongo- ignoraron el problema del narcotráfico y de la violencia, y que ha sido esta administración, la de Felipe Calderón, la que ha enfrentado el problema de la inseguridad.

Se entiende que, si de lo que se trata en estos tiempos es de enamorar a los electores y, si en eso del amor todo se vale, es entendible –aunque no justificable- que se utilicen todos los recursos legales para convencer a los votantes de que se es la mejor opción. Sin embargo, en palabras del analista Perogrullo, la verdad, es la verdad y esta, dista mucho de ser lo que los panistas presentan como tal. La explicación que sustenta este ardid publicitario es en extremo simplista y falso porque, para respaldar sus afirmaciones, el PAN, ante la suspicacia que despierta el promocional de marras, debería explicar cuáles son los indicadores en los que esta propaganda se sustenta; es decir, habría que hacer un comparativo entre determinada época y la actual, con datos verificables o que al menos existan en la memoria colectiva. Resulta indispensable conocer todos los datos: cuántas víctimas existen a causa del narcotráfico, cuántas desapariciones forzadas se han computado a la fecha, cuántos descabezados, cuántos enfrentamientos se han dado, cuantos desplazados involuntarios hay, cuáles son los niveles de impunidad registrados en uno y otro período, las extorsiones habidas, las amenazas telefónicas denunciadas, cuantas agresiones a periodistas se han dado a conocer; también, habría que medir el nivel de temor y desconfianza de los ciudadanos, la existencia de armas en manos de civiles, el barómetro de corrupción gubernamental, la infiltración del crimen en los cuerpos de seguridad, el número de adictos y muchas variables mas, para establecer las diferencias. El resultado, seguramente sería una descarga que aturdiría al más desprevenido observador.

El Índice Mundial de Paz, nos da luz sobre este tema porque surge de los factores que promueven la paz entre las naciones del mundo, de más a menos, que sirven para establecer, en contraposición, la ausencia de paz en un país; o sea, la violencia. La noticia es que México descendió 15 lugares, en solo un año, manteniendo un notable deterioro en los últimos años. De un listado de 144 países evaluados, se ubica en el lugar 108, al que llegó en solo tres años –los de Calderón- porque en el 2007 estaba en el lugar 79.

Si se trata es de establecer comparativos entre el país gobernado por Vicente Fox y Felipe Calderón y el de tiempos pasados, gobernados por el PRI, la diferencia es notable. El incremento de la violencia a causa del combate al crimen es ya preocupante; nada como para presumir ante los electores y mucho menos para utilizarse como instrumento político a favor.

Los gobiernos del PRI se ufanaban de vivir en un país con estabilidad y paz social, con crecimiento económico, con empleos, con una respetada política internacional, sin sub ejercicios presupuestales y sin la parapolítica, que hizo su aparición con Felipe Calderón, lo que hace pensar que es ahora cuando estamos en manos del crimen, no antes. Esa es la cuestión

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DIGNIFICAR LA POLÍTICA

Por Ezequiel Castañeda Nevárez



Somos muchos los convencidos de que la política es la actividad superior del ser humano, de que es el arte indispensable para apoyar la convivencia humana.

La política es, sin duda alguna, el mejor instrumento para que una sociedad, tan diversa, tan dispareja, con tan diferente formación de sus integrantes, con tantas formas de pensar y de actuar como ha sido siempre y como siegue siendo en la actualidad, puedan los ciudadanos lograr consensos y acuerdos para transitar armónicamente la vida social.

Un conglomerado sin pacto social, sin normas jurídicas y morales y sin política no tiene las mismas probabilidades de supervivencia ni de desarrollo que otro que se rige por un estado de derecho, en un marco de respeto y tolerancia por los demás. Para eso están los políticos, para ejercer con dignidad el oficio; para eso están las instituciones democráticas, para perfeccionar y consolidar el proceso democrático que garantice el desarrollo social en todos sus órdenes y para formar cuadros profesionales que dignifiquen la política; por eso el estado mexicano, por lo que toca a nuestro país, ha venido formando generaciones de políticos a través de los años, en todas las instituciones, como lo son los partidos políticos pero, lamentablemente, todo esto está en grave peligro por una concepción equivocada de la política desde el más alto mando del país.

El reclutamiento indiscriminado, el abandono de ideologías, el desdén por la historia de su partido y la determinación para sostenerse en el poder a cualquier costo y utilizando los medios que sean, principalmente los ilegales e inmorales, muestran un cambio radical en el Partido Acción Nacional, otrora conservador y tradicional, anclado, fundamentalmente en la moral, ahora se muestra como un partido rijoso, pendenciero y sucio en su actuación y desentendido en su moral. Incapaz y corrupto en el ejercicio del poder, ante los magros resultados de las últimas gestiones, el PAN ha decidido moverse en el lodo y salpicar a todos los demás, sin que le importe un comino el deterioro de la sociedad ni el empobrecimiento que sus políticas públicas ha traído para todos los mexicanos sin excepción.

Quienes creímos que la pesadilla concluía con la salida del escenario nacional de Vicente Fox, esposa e hijastros, nos equivocamos. Desde la cúpula política panista, se contrataron los servicios del experto en guerra sucia, Antonio Solá, quien ha recomendado al PAN estrategias que ofenden al pueblo de México, para que este se sostenga en el poder, subestimando la inteligencia y la memoria de los mexicanos. Hay que mentirles -recomienda este estratega político español- porque los mexicanos pierden la memoria con mucha frecuencia, hay que empatar el combate a la inseguridad con el proceso electoral y hay que anular a los contrincantes, utilizando el aparato del estado. El punto principal es enlodar todo lo que exista –recomienda el experto- El resultado ya lo vemos los mexicanos: el PAN que todos conocimos ya no existe; la decencia el orden y el respeto forman parte de la historia que hay que olvidar. Lo nuevo entre los panistas es la diatriba, el descontón, la confrontación, porque hay que conservar el poder y tender una cortina de humo para que no reparen en los resultados de un gobierno incapaz.

Suponen en el PAN y en Los Pinos, que los electores bailarán al son que el español les toque, porque la decepción que tanta basura provoque, dará lugar al mayor abstencionismo de que se tenga historia y eso, suponen ellos, les hará conservar el poder, que para eso fue contratado este luchador político rudo. Poco nos falta para ver si tuvo la razón este reparte fango o no; si triunfa la política o si seguimos veloces por el camino de la degradación social, impulsada por los panistas y por el gobierno. Ahí está la cuestión.


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