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TIMBRA EL DESARROLLO DE VERACRUZ EN LA BMV

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.



Aunque algunos integrantes del Partido Acción Nacional se opusieron sistemáticamente a la bursatilización de los recursos provenientes del Impuesto sobre la tenencia vehicular, que corresponde a los municipios de Veracruz, este jueves, finalmente, Fidel Herrera dio el tradicional timbrazo en el piso de remates de la Bolsa Mexicana de Valores, con la presencia de los alcaldes de los municipios que aceptaron aportar su 20 % que les corresponde de este impuesto, en un novedoso esquema financiero articulado por el gobierno estatal que les permitirá –hay que decirlo- en medio de una de las más severas crisis financieras a nivel mundial, contar con recursos para financiar el desarrollo de sus municipios con obras con sentido social y para generar los empleos que se ven amenazados por los efectos de la recesión económica norteamericana que ya empieza a acusar sus efectos en nuestro país.



Lo que nadie ha destacado de este exitoso esquema de financiamiento, es que con la constitución del Fideicomiso bursátil y la emisión de certificados, se habrán de producir, además del dinero fresco que a partir de este día ingresará a las arcas de las tesorerías municipales, remanentes que seguirán recibiendo los municipios, contribuyendo al desarrollo municipal de manera más prolongada, a partir del año 2014 hasta veinte años después, aproximadamente. Hay que recordar que se trata de dinero recaudado que nunca ha sido visto por los contribuyentes porque siempre se han destinado, por su poca monta, al gasto corriente, al pago de deudas y a compromisos menores apenas perceptibles. En conjunto, la mayor parte de los municipios que entendieron el esquema ordenado por el gobernador y articulado desde la Secretaría de Finanzas de Javier Duarte y el Instituto de Desarrollo Municipal del tuxpeño Alberto Silva Ramos, tuvieron la oportunidad de compartir con grandes inversionistas, aun cuando la parte proporcional de su inversión no sea significativa como para acceder al mundo financiero internacional, en conjunto, los municipios veracruzanos marcan ahora la pauta y abren nuevas posibilidades para que otros municipios del país copien el esquema para allegarse recursos y cumplir con su función.



Coincide el evento, que coordinó a 199 municipios de Veracruz, con la necesidad de medidas anticrisis que no se ven aun en el gobierno federal; acción que se suma al trabajo de cabildeo con grandes inversionistas nacionales y extranjeros y de manejo adecuado de la seguridad pública para generar condiciones adecuadas que atraigan inversiones al estado para ayudar a paliar los efectos de la crisis que nos viene del exterior.



También hay que decir que el gobernador ha dispuesto la aportación peso a peso, Programa que duplica los ingresos que habrán de obtenerse por la bursatilización, con lo cual se garantiza un paquete de más de 1400 obras en la entidad que permitirá conservar muchos empleos y aún generar otros que atenderán las necesidades de los veracruzanos en los próximos años y soportarán el desarrollo local convirtiendo la crisis financiera en oportunidad de desarrollo; algo que no en todas las entidades puede verse, lo que indica que ese es el camino correcto y que el equipo es el adecuado, que es precisamente la cuestión.






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EL NIÑO PERDIDO EN TUXPAN


Por Ezequiel Castañeda Nevárez




El día 7 de diciembre de cada año se celebra en Tuxpan y en varios municipios de la huasteca veracruzana un evento singular, único en el mundo, conocido como el Día del Niño Perdido, festividad que está basada, al parecer, en el pasaje bíblico que narra el día en que el niño Jesús se perdió de la vista de sus padres José y María, cuando la familia había acudido a la celebración de la pascua, encontrando al menor, que se creía extraviado, sentado entre los maestros de la ley de Moisés, en el Templo de Jerusalén, haciendo preguntas y exponiendo su sabiduría ante estos preparados personajes a quienes tenía maravillados.



No se tiene certeza absoluta sobre el inicio de esta ya famosa tradición tuxpeña, aunque algunos estudiosos afirman que esta costumbre data de 1775 con la llegada a la región de Tuxpan de los primeros misioneros franciscanos; a estos frailes o a algún otro sacerdote local un poco más acá en el tiempo se le habrá ocurrido que se encendieran velitas para favorecer la búsqueda del menor aludido en su sermón. Lo cierto es que en la actualidad este evento representa ya una fuerte tradición que se va fortaleciendo al paso de los años por el entusiasmo que despierta en casi todos los tuxpeños y por la curiosidad de los visitantes que disfrutan este hermoso espectáculo. Por lo que a nosotros nos consta sobre esto, tenemos el recuerdo de más de cinco décadas, cuando el día señalado, veíamos cómo empezaban las señoras tuxpeñas, al caer la tarde, a colocar en sus barandales, en las banquetas, en los techos de las casas y en cualquier lugar visible, velitas de cera encendidas, para iluminar el camino por donde podría orientarse el niño perdido o para apoyar la búsqueda del menor por parte de sus preocupados padres. Al mismo tiempo, la mayoría de los chamacos tuxpeños de entonces, como los de ahora, salíamos a pasear nuestros carritos, confeccionados con cajas de zapato, adornadas con papel china de colores, con una velita encendida en el centro, para contribuir con la pequeña luz la búsqueda del sagrado personaje mientras los mayores cuidaban que sus luces no se apagaran con el viento o por los traviesos que nunca faltan, al mismo tiempo que comentaban los últimos acontecimientos de la localidad para sazonar la romería. Los adolescentes contribuían con latas de leche nido, con el fondo a manera de coladera, con hoyos hechos con un clavo, con su respectiva velita adentro, sostenidas con un alambre porque la lata se calentaba, y esas eran las lámparas con las que colaboraban en la localización del santo niño.



Con el transcurso del tiempo, las autoridades municipales y de la CFE accedieron a apagar parte del primer cuadro de la ciudad durante la extinción de las velas para apreciar mejor el espectáculo luminoso. Más tarde fue aderezado el evento con los concursos de carritos y con la convocatoria a los medios para su difusión al mundo exterior. Actualmente existe un parque en Tuxpan que lleva el nombre de El Niño Perdido en donde se pueden ver en escultura del maestro Teodoro Cano a tres niños con su correspondiente carrito.



Este domingo, como hace casi cincuenta años, acudiremos a presenciar el espectáculo huasteco para justificar remembranzas y nostalgias; seguramente también nos servirá la ocasión para saludar a más de algún tuxpeño de aquellos tiempos junto a los jóvenes de ahora que siguen esta bonita tradición y nos servirá para reflexionar que cuando uno tiene muchos archivos de vida y polvo del camino en las sienes, es señal de que el tiempo ha transcurrido. Ojala en nuestro caso no haya sido en vano y que Dios permita que encontremos al niño perdido antes de nuestro ocaso porque habrá valido la pena la búsqueda. Esa es la cuestión.








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