MUJER VIRTUOSA.
Por Ezequiel Castañeda Nevárez.
Es la celebración del día internacional de la mujer el marco propicio para la apología del género femíneo en todas sus expresiones; en este día y en los que le siguen, habrá de exaltarse a más no poder la figura femenina vitoreándola por sus logros, por sus luchas, por su heroísmo y por muchas cosas más, todas estas justificadas; a la vez que habrá de descalificarse cualquier vestigio de machismo, de discriminación al género y, sobre todo, la violencia ejercida hacia las mujeres, principalmente cuando se da en el seno familiar. También habrá de significarse la magia de la maternidad, del inigualable amor a los hijos, de su renunciación y entrega al amor de manera incondicional así como su influencia en la educación y en la consolidación de la familia así como su condición de pilar de la sociedad mexicana. Nada más razonable que esto, merecen todas las mujeres recibir nuestro homenaje no solo en este día de la mujer; soy de la opinión que debe honrárseles y homenajeárseles todos los días del año porque tienen acreditado merecimiento para eso y mucho más.
Nos sumamos a la merecida honra a la mujer subrayando algunas de las razones que nos mueven para ello: en principio, porque nos enteramos, por los datos que publica el INEGI, que 37 % de los hogares mexicanos tienen como cabeza a una mujer, por ausencia de un varón, eso sin contar a aquellos en los que la mujer lleva las riendas del hogar por incapacidad del mandilón que les acompaña en la aventura matrimonial. Esto significa que estas féminas son el sostén de su familia, lo que también quiere decir que duplican su esfuerzo y jornada entre el trabajo doméstico y su actividad laboral. Muchos de estos casos se dan en el trabajo informal, sin seguridad social, sin ingresos fijos y teniendo sujeta su actividad a las condiciones de cada día, que pueden ser favorables o desfavorables, es decir, van al día. Si a esto le sumamos que muchas de estas heroínas enfrentan otros peligros y dificultades adicionales derivados de su condición de mujeres el mérito es aun mayor porque están propensas a un ataque físico o al acoso sexual.
Los anteriores datos, tomados solo al vuelo, resultan ser suficientes para pasar por alto el título de esta entrega porque pareciera caer en el terreno de la exageración en los requisitos, sin embargo, podemos afirmar, con conocimiento de causa, que para fortuna de nuestra sociedad, son muchas, y hasta me atrevería a decir que por fortuna mayoría, las que acreditan suficientemente el adjetivo del título si nos remitimos a las características que describe el Rey Salomón cuando habla de la mujer virtuosa: es –dice el sabio Salomón- una mujer completa; se cuida personalmente, se viste bien, cuida la casa, contribuye económicamente, es trabajadora e inteligente, su marido tiene toda la confianza en ella, trabajar con sus manos le resulta placentero, trabaja con diligencia y voluntad motivada por el amor a su familia. Se cansa, pero saca fuerzas de flaqueza para continuar sus tareas aun en sus ratos de descanso. Su día no concluye como para los demás; es precavida y sensible, dadivosa, compasiva, casta, amorosa, honorable, prudente, fuerte y sabia, entre otras virtudes.
No solo las anteriores prendas las adornan, generalmente, son ellas quienes nos hablan desde nuestra niñez y hasta nuestra muerte de la existencia de Dios y nos conminan siempre a reconocerle, porque ellas son hechura directa del señor y su corazón fue confeccionado manualmente por el creador de todas las cosas, por eso generalmente su relación con Dios es muy estrecha.
La mujer virtuosa, generalmente hace gala de dominio propio, antepone los valores morales en su actuación cotidiana, teniendo una vida de bien, confirmadas sus virtudes por su labor maternal, esponsal, social, educativa y laboral, porque está absolutamente convencida de que esa es su misión en este mundo y que esa es su responsabilidad con Dios y con la sociedad.
Es justo dar gracias a Dios por haber dispuesto la existencia de la mujer en nuestras vidas; yo le doy gracias por mi madre, por mi esposa, mis hijas y mis hermanas, así como por mis amigas, mis talentosas compañeras de trabajo y por todas las demás que existen, porque creo firmemente que sin ellas la creación estaría aun por empezar, sin duda. Y parafraseando a Martín Urieta, en este día especial y ante esta magna celebración, podemos decir convencidos: Mujeres, oh mujeres tan divinas, no queda otro camino que adorarlas. Esa es la cuestión.