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¿SUPRIMIR IMPUESTO A LA NÓMINA?

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.




El Senador cordobés Juan Bueno Torio, el más fuerte aspirante al gobierno del Estado de Veracruz, por el Partido Acción Nacional, informó que habrá de proponer un punto de acuerdo, a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, para que esta haga un llamado al gobierno de Veracruz, para que se elimine temporalmente el impuesto del 2 por ciento a la nómina, argumentando que, con esta medida, se alentará el empleo y la actividad productiva. Considera también que el incremento de 9 mil millones de pesos del presupuesto federal de este año, absorbe lo recaudado por este tributo junto con los recursos de la bursatilización, con lo cual puede suplirse la cantidad que se recauda por el impuesto al cual están obligados todos los patrones, de acuerdo a la remuneración a sus trabajadores.



En primer lugar, el legislador panista, parece desconocer que es un asunto que compete al Congreso del Estado de Veracruz, no al Congreso de la Unión, por lo que bien haría instruyendo a su bancada local a que lo plantee en el seno de esta soberanía, para formarse en la ventanilla adecuada. En segundo lugar, parece ignorar don Juan, que la supresión de este impuesto, iría exactamente en contra de las líneas estratégicas con las que se pretende respaldar el Plan anticrisis del Gobierno de su correligionario Felipe Calderón Hinojosa, su jefe, ya que en este acuerdo para enfrentar los efectos de la crisis económica mundial, se plantea el incremento de obra pública, el aumento de la infraestructura hidráulica, del desarrollo carretero y de puentes, apertura en el rubro de la salud, el apoyo a pequeñas y medianas empresas y a agroindustriales que requieran obras, así como operar proyectos de inversión sustentables; todo ello, con el fin de impulsar el desarrollo económico de Veracruz, la defensa del empleo y la generación de más fuentes de trabajo. También hay que decir que los recursos de este impuesto forman un círculo virtuoso, al aplicarse en obras que, a su vez, crean más empleos fijos y temporales y que generan más impuestos, cumpliendo el propósito que menciona el legislador, sin que se tenga que atentar en contra un instrumento eficaz y transparente que más bien, se hace ahora más necesario.



Ya añadiendo el ingrediente político a su propuesta –que esto si se entiende y hasta se vale- Bueno Torio afirma que buena parte de estos recursos se destina a obras mal administradas, con costos por encima de la realidad, o que no se han desarrollado adecuadamente, datos que pueden corroborarse aparte y, de asistirle la razón, se debe actuar en consecuencia. Lo que sí puede afirmarse desde ahora sobre el tema es que estos recursos no los maneja el gobierno del estado, por si es al gobernador a quien quieren golpear, porque están a disposición de una vocalía que acata indicaciones de un Comité Técnico, integrado este por doce representantes de los empresarios veracruzanos, que conforman la CANACO, CANIRAC, AIEVAC, Comité Coordinador Empresarial y las Cámaras de la construcción existentes; el órgano colegiado que opera el Fideicomiso está integrado por un diputado del PAN, otro del PRI y otro del PRD y en este participan los municipios de Veracruz, Xalapa, Tuxpan, Cosamaloapan, Poza Rica, Coatzacoalcos, Minatitlán y Córdoba, que en el trienio anterior, por cierto, eran de minoría priísta, o sea, que está bien equilibrado técnica y políticamente. También, hay que mencionar que no solo se aplican estos recursos a la obra pública, de la que habla el legislador cordobés, porque considera también acciones en apoyos agropecuarios como la entrega de miles de tractores al campo veracruzano y el apoyo a la salud de los mismos con la construcción del primer Hospital Oncológico y Pediátrico en Río Blanco, Veracruz, a punto de inaugurarse. También puede decirse, que la recaudación por el concepto mencionado ha favorecido el arribo de recursos federales como FONDEN, ALIANZA, PYMEX y otros que están prácticamente frenados, condicionados a la participación del estado en el famoso “dando y dando”, para que si no tuviésemos recursos los veracruzanos, no tendríamos acceso a tales programas. Por otra parte, los compromisos de obra y acciones del Fideicomiso que maneja este impuesto, son multianuales; es decir, que están ya comprometidos los recursos de varios ejercicios, en obras de gran impacto social, a lo largo de toda la entidad, para un mejor aprovechamiento del dinero y de las obras. Todo este andamiaje construido entre todos en beneficio de los veracruzanos, no debe desbaratarse por motivos políticos, así nada más porque sí. Parece que esa es la intención de los panistas. Esa es la cuestión.




















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BAJAR EL PRECIO DE DIESEL Y GASOLINAS

Por Ezequiel Castañeda Nevárez



Bajar los precios de los combustibles fue una de las más importantes promesas de campaña de Felipe Calderón, hace ya casi tres años, sin que esta se haya cumplido. Como para suplir esta deficiencia, el Congreso de la Unión ha hecho un exhorto al Presidente para “Detener el incremento de precios de los combustibles”, como gasolinas y diesel, además de la electricidad, como una medida extraordinaria para disminuir las presiones al alza de los alimentos, porque esto no forma parte de las veinticinco acciones contenidas en el Acuerdo Nacional para apoyar la economía popular y el empleo.


Esta promesa presidencial también ha sido bandera política de muchos líderes sociales lo mismo que de gobernantes; todos ellos, bajo el argumento de que estas reducciones traerán alivio a la economía popular y que contribuirán a frenar el deterioro causado por la crisis financiera internacional y el desempleo derivado de esta. Otros más, como el Gobernador de Veracruz, señalan que el combustible abaratado traerá inversiones, reducirá el impacto de la crisis y evitará incrementos de los servicios y de los productos relacionados con los hidrocarburos, además de que esta reducción estaría en la lógica de la baja de sus precios en todo el mundo.


Lo que nadie ha comentado, es que con la propuesta de congelamiento del famoso pacto, el gobierno federal ofende la inteligencia de los mexicanos cuando propone congelar precios de los combustibles, excepto del diesel que, dicho sea de paso, es el combustible que mueve a toda la flota pesquera de la nación, al sector agropecuario y al auto transporte público, por lo que se explica su impacto social, por lo que nadie encuentra la razón de tal excepción. Y se ofende la inteligencia general, porque así como se mueve la política de incrementos del gobierno federal, con la misma lógica debe establecerse la política contraria: la de reducciones. Para explicarnos mejor y aprovechar este reducido espacio, hay que recordar que, cuando se establecieron los actuales precios del diesel, gasolinas, electricidad, etc., el barril del crudo estaba a ciento veinte dólares por unidad en el mercado internacional, aproximadamente.


La lógica indica que, si tenemos que importar productos derivados del crudo, como la gasolina y otros combustibles, para establecer su precio al público aquí en México, hay que considerar el precio internacional del barril de crudo; es decir, si dejó de costar ciento veinte dólares cada barril y ahora nos cuesta cuarenta dólares -una tercera parte de su precio anterior- los derivados también deben correr la misma suerte que el crudo y bajar a su tercera parte. O sea que nos está jugando fenicio el gobierno federal con su congelamiento y con su negativa a bajar precios al público. Es como cuando una tienda cualquiera, que tiene un producto del cual obtiene una utilidad del trescientos por ciento y esta se reduce a la mitad, y nos sale con el cuento de que nos da su producto a la mitad, haciendo un gran sacrificio y afirma que está perdiendo dinero cuando solo reduce su utilidad; o cuando incrementa sus precios al doble y después nos hace descuentos a la mitad, hace ninguna gracia, pues. Esta es la razón por la cual la gasolina es más barata en un treinta y cinco por ciento en Los Estado Unidos, aunque no así el diesel, que aquí tiene un subsidio.


Hay que recordar también que nosotros vendemos crudo al exterior y que este nos regresa ya procesado; así que, aunque varíe el precio del primero, el costo de su procesamiento será siempre fijo y, si el precio que nos dan incluye crudo más procesamiento, aunque no varíe el segundo, al variar el primero a la baja, baja completamente el producto. O sea, que estamos comprando afuera combustibles a precios rebajados y se los estamos vendiendo a la población al mismo precio de antes y eso no se vale, en plena cresta de la crisis económica. Así que Calderón debe bajar los precios de combustibles cuanto antes y, aun haciéndolo, no es ninguna gracia esto, porque siervos inútiles somos, cuando lo que debemos hacer, hacemos. No reducirlos, si que es un crimen de lesa mexicanidad en estos tiempos de emergencia. Esa es la cuestión





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PROHIBIDO ENTRAR AL DISTRITO FEDERAL

Por Ezequiel Castañeda Nevárez




Si usted piensa que la inseguridad pública, el tráfico, las grandes distancias, la contaminación, son las únicas causas por las cuales quienes vivimos fuera de la zona conurbada del Distrito Federal y del Estado de México, debemos limitar nuestra visita a la capital de la República y sus alrededores, está equivocado. Si no tiene alternativa y tiene que trasladarse en automóvil o en cualquier automotor, debe saber, o si ya lo sabe, recordarlo, que existe prohibición expresa en algún reglamento capitalino para que realice el viaje o, más bien, para que entre a la zona conurbada; a menos que transporte a personas discapacitadas, que se trate de transporte escolar acreditado, de alguna emergencia médica, cortejo fúnebre o que cuente su vehículo con holograma cero o doble cero. De no ser así, entrar a esta enorme zona de exclusión significa correr el riesgo, o mejor dicho tener la seguridad, de que le caerá la voladora al instante; porque para eso sí son eficientes los policías de allá, de aquí y de todos lados: para perjudicar al ciudadano, sobre todo si este se presenta indefenso, que su vehículo será detenido, para remitirlo cuanto antes a un depósito o corralón, de donde sólo saldrá cumpliendo algunos requisitos, entre los que se encuentran el correspondiente pago por la multa equivalente a treinta días de salario mínimo más el servicio de grúa y la estancia en el corralón y, por supuesto, que concluya el tiempo de restricción.



Esta -podemos suponer- se trata de una medida local que, al parecer, intenta cuidar el ecosistema o algo así pero, en mi opinión, es absolutamente ilegal, porque el artículo 11 de la Carta Magna, dice que todos los ciudadanos podemos entrar y salir de la República, viajar por el territorio y mudar nuestra residencia sin necesidad de salvoconducto alguno ni de otros requisitos semejantes y aclara este ordenamiento que las únicas excepciones tienen que ver con leyes de inmigración, inmigración y salubridad general de la República o sobre extranjeros perniciosos. Nada más y nada menos; jamás habla de contaminaciones ni cosas por el estilo. Expedir reglamentos contrarios a lo que se señala en la norma máxima, por parte de alguna autoridad administrativa federal o local es, porque así lo ordena nuestra Constitución General de la República, totalmente ilegal e indebido.



Parecería chunga o vacilada esto, de no ser por las molestias que ocasiona a miles de mexicanos como este escribidor, que tiene que cumplir una comisión en la capital, pensaríamos que se trata de una medida emergente del gobierno capitalino ante el desacato al consejo del sabio “Mil Usos”, quien en repetidas ocasiones advertía, dirigiéndose a los provincianos; “ya no vengan para aca”, aunque tampoco nos dijo que no fuéramos de paso.



La restricción señala que, todo automotor sin placas del DF o Edomex, debe abstenerse de entrar a la zona de intolerancia un día completo a la semana ni de cinco a once de la mañana, de lunes a viernes, sin considerar que algunos de nosotros no tenemos ningún interés en permanecer mas tiempo en el Distrito Federal que el que nos lleva cumplir alguna comisión transitoria, ni cuando nuestro destino es un lugar distinto, con paso obligado al Distrito Federal, lo que nos hace pensar a muchos de nosotros, a diferencia de los gobernantes perredistas, que parece que no piensan, que bien pudieron darle una revisada a la Constitución antes de crear sus reglamentos o, si la pretensión era de plano moverse al margen de ésta, construir, en lugar de segundos pisos costosos, libramientos que faciliten el paso a quienes no tenemos en nuestra bitácora circular en su zona.



Por si no fuera suficiente, tampoco podemos circular un sábado de cada mes, tengamos el número de placa que sea, lo que, en resumen, en palabras más que claras, los provincianos tenemos prohibido entrar a la capital de nuestro país. Así que tendré que esperar aquí en la frontera de la gran urbe a que sean las once con un minuto del día, para cumplir la comisión que me trae aquí tan temprano. Esa es la cuestión.















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EL TRANSCURSO DEL TIEMPO

Por Ezequiel Castañeda Nevárez




La conclusión de un año y el inicio de otro nos da la oportunidad de reflexionar acerca del transcurso del tiempo y de cómo determina este nuestra existencia porque, finalmente, nuestra vida con todos nuestros actos va, irremediablemente, de la mano con el tiempo.



“El tiempo transcurre; todo esto es como un cuento que se le ocurrió a alguien –dijo Fidel Castro, en su visita a Tuxpan en diciembre de 1988- Es como un sueño; como si alguien hubiera inventado todo lo que ha sucedido y nos lo viniera ahora a platicar; como una historia fantástica que no sucedió en la realidad” decía emocionado el líder cubano, en el mismo lugar de donde había partido tres décadas atrás rumbo a Cuba. Allí mismo, el distinguido personaje dio un consejo para todos los asistentes, principalmente para los jóvenes: “no pierdan nunca de vista que el tiempo transcurre”.



Fue un 1º de enero de 1959, cuando Fidel Castro y sus tropas tomaron La Habana para dar fin a la dictadura de Fulgencio Batista. Desde ese entonces, han transcurrido cincuenta años y veinte desde esa visita a Tuxpan, en donde recordaba lo ocurrido treinta años atrás.



Fidel había venido a México, atendiendo la invitación de Carlos Salinas de Gortari a su toma de posesión. Era el primer día para Don Fernando Gutiérrez Barrios como Secretario de Gobernación; lo mismo para Dante Delgado, como Gobernador de Veracruz y para el maestro Pericles Namorado, como Alcalde de Tuxpan. Amigos del área de Acción Social me permitieron subir a saludarles al estrado instalado en Santiago de la Peña cuando de pronto el arribo de los personajes principales me impidió bajar de este. Así, sin proponérmelo, me vi al lado de Gabriel García Marquez, de Aguilar Camín, Ivan Restrepo, Heli Herrera y de otros que no recuerdo, justo atrás del Comandante Fidel Castro, de Jorge Moreno, Presidente del Congreso, de Don Fernando, Dante y del maestro Pericles. Allí le escuché a Fidel hablar sobre el transcurso del tiempo. ¿Quién iba a decir –se preguntaba, palabras más, palabras menos- que este día, nos reuniríamos las mismas personas que nos conocimos hace treinta años? refiriéndose a Gutiérrez Barrios. Dos jóvenes –siguió diciendo- uno, que representaba entonces las esperanzas del pueblo cubano, hoy, con la enorme responsabilidad de ser Presidente de la República de Cuba; y otro, que en ese entonces representaba al ministerio de gobernación, ahora, precisamente como Secretario de Gobernación de su país. ¡Nadie podría, en aquel tiempo, imaginar este reencuentro!



Ya han transcurrido, desde que le escuché esas palabras a Castro, veinte años más. En el mismo acto, hombro con hombro y rodilla con rodilla con este personaje de la historia, vi que una conocida periodista le obsequió un libro de su autoría, que Fidel firmó y se lo regresó, pero ella le dijo que se lo obsequiaba. También vi a una joven tuxpeña, Hilda Bravo Bonilla, que le pidió al Comandante le regalara su gorra “Mira -le contestó- es la única que traigo. Mañana debo estar con militares y no puedo ir sin gorra, pero te la enviaré” cumplió su palabra una semana después a través del Cónsul cubano.



La remembranza de ese pasaje histórico y el inicio de este nuevo año 2009, dan lugar a la reflexión acerca del paso del tiempo, que nos hace coincidir con Castro Ruz y con otro líder político como lo fue el patriarca Moisés, quien dijo en su oración, acerca del tiempo y de su marcha: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”, consciente el viejo guía de que mil años son, en la cronología del creador, como el día de ayer, que pasó; son como un sueño, meditaba el patriarca en su cavilación, coincidente con lo que dijo Fidel. Esto nos hace a nosotros pensar que, si un milenio transcurre como un sueño, treinta años son nada en la vida de Fidel Castro y que ni siquiera veinte años más que han pasado lo son ¿Qué es un año más que concluye? Contémoslo de tal modo que traigamos al corazón sabiduría, porque, además, conocer el tiempo, como lo afirma Renato Leduc en su famoso soneto Tiempo y destiempo, es una sabia virtud. Vivir para contarlo. Esa es la cuestión.
















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