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LA NOSTALGIA POR EL PODER.

Por Ezequiel Castañeda Nevárez.


Uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido –refiere la sentencia popular- cuando uno se da cuenta que ya pasó, que todo ha quedado atrás y que aquello que durante un tiempo, breve, por cierto, se pudo saborear con la frecuencia de lo cotidiano es cuando hay conciencia de la pérdida; cuando uno percibe el vacío o la ausencia y que entra la certeza de que aquello que se tenía ya no volverá; es cuando entra también el dolor por tal pérdida y cuando se intensifican los lamentos y aparece reiteradamente el hubiera, como si existiera.

Pero hay de pérdidas a pérdidas, de ausencias a ausencias, de vacíos a vacíos; ninguno como la pérdida del poder político para algunos, porque esta produce una de las sensaciones mas terribles para los hombres adictos al poder, quienes sufren el dolor más intenso ante la pérdida por más que lo traten de disimular o de ocultar; sin duda, mucho mayor que la pérdida del poder económico, porque este siempre es recuperable y muchas veces hasta resulta superado con creces el estado anterior, a diferencia del vacío de poder político que siempre tarda en recuperarse si es que se recupera alguna vez.

Es cuestión de pocas horas para que sea historia el período de tres años de las actuales administraciones municipales en nuestra entidad; este tiempo, como ya sabemos, es siempre relativo: para quienes esperan desde hace tres años la salida de los actuales ediles les habrá resultado lento el paso de los días y para quienes deben desocupar las oficinas municipales seguramente sentirán que vuelan los minutos; para estos últimos lo más probable es que el ejercicio del poder los haya mal acostumbrado y que este abandono les provoque en el corto plazo una inmensa nostalgia, dolor que difícilmente superarán en los primeros meses del año que está por iniciar o tal vez pasen años recuperándose, pronto ya lo verán.

Hace ya varios años, cuando un novel alcalde a punto de terminar su gestión, que advertía ya el frío de la futura banca política, preguntó a uno de los viejos políticos de su localidad cual era la sensación del abandono del poder, porque le preocupaba la intemperie política; el veterano político, quien ya había sido Presidente municipal del mismo pueblo, le contestó que era muy doloroso, que lo único parecido a ese dolor, es lo que siente un hombre ante el abandono de su segundo frente: simplemente, ¡terrible, muy doloroso!, aseguró el sabio. El recordado amigo, filósofo de la política, Yayo Gutierrez, afirmaba que es terrible el poder, pero más terrible el no poder.

La nostalgia entra cuando el hombre de poder ve que los gastos personales ya no entran en el presupuesto del municipio; cuando a su vehículo hay que ponerle gasolina y manejarlo personalmente; cuando ya no suena su celular ni encuentra recados en casa porque nadie lo requiere; cuando ya no escucha las lisonjas y adulaciones de antes; cuando ve que solo la familia cercana se mantiene leal; cuando tiene que buscar nuevamente a los viejos amigos abandonados porque los nuevos ya se retiraron; cuando la única invitación proviene del señor Mauricio Audirac, titular del ORFIS o de la Fiscalía especializada en delitos cometidos por servidores públicos, que es cuando la nostalgia se convierte en angustia justificada.

No falta tampoco la añoranza por las anteriores oficinas y por lo que en ellas sucede ahora que tienen nuevos funcionarios; el recuerdo de las horas bonitas, de la delicia y de las mieles del poder y sus accesorios que incluyen viajes, viejas, banquetes, música, luz y alegría; pero la realidad invariablemente es terca y siempre se impone y da cuenta que es rigurosamente cierto que en política los carniceros de hoy son siempre las reses del mañana, y el mañana es cosa de horas. Esa es la cuestión.

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TUXPAN SERÁ PARA EL PRI.


Por Ezequiel Castañeda Nevárez.




No hablo de oídas cuando se trata del tema sobre la vida política del Distrito y municipio de Tuxpan porque es la región en donde dediqué treinta años de mi vida a la actividad política y en donde para mi fortuna formé parte de la clase política de la región y, por lo mismo, de su historia reciente, ya que allá fui electo en cuatro ocasiones: dos como Diputado Local, una como Presidente municipal y otra más como Diputado Federal; en las cuatro como suplente.

No comparto el dicho popular que señala que ser suplente, ni de Dios; yo con mucho gusto acepté estas oportunidades que me dio la vida porque estas me dieron una formación y un crecimiento personal que aprecio y valoro; por eso sigo siendo parte del padrón electoral del Distrito de Tuxpan al conservar mi domicilio en aquella localidad; es por esto que acudí a depositar mi voto para Diputado local por Martín Cristóbal y por Juan Ramón Gánem para Presidente Municipal.

Durante las tres décadas de trabajo político recorrí en múltiples ocasiones los municipios que conforman el Distrito de Tuxpan y consolidé una buena amistad con los actores políticos del puerto y de la región y coincidí con muchos de ellos en que fueron los errores propios, pero también las decisiones cupulares evidentemente equivocadas las que ocasionaron que se haya desviado el rumbo y extraviado el camino del progreso del puerto al convertirse el municipio en arena de una tonta lucha encarnizada de todos contra todos.

El arribo de oportunistas que encontraron en la política un buen negocio, adicionado a la falta de liderazgos y a la tozudez de algunos líderes formales abonó al triunfo del PAN, que atrajo a los principales operadores del PRI, lo que prolongó su estancia en el poder.

Sin embargo, en esta última elección, las circunstancias políticas fueron diferentes ante el factor fidelidad, que habrá de dar mucho de qué hablar en los próximos tiempos, como pronto se verá.

Durante la campaña municipal, opiné que para subir su intensidad y para una mayor aceptación de los potenciales electores debería quedar mucho más claro el vínculo del candidato con el factor fidelidad. A partir de ese día el mensaje a los electores fue que con el triunfo de Juan Ramón le iría bien a Tuxpan porque a todos beneficia un Presidente municipal identificado y coordinado institucionalmente porque eso apresuraría el progreso integral no solo de Tuxpan sino de toda la región. A partir de ese día también se habló de la inminente conclusión de la carretera México Tuxpan, del Distribuidor vial, del puerto profundo, de la zona industrial, del arribo de inversiones y de muchas otras razones que indicaban que era conveniente otorgar el voto a la fidelidad. Considero que estas fueron las razones por las cuales obtuvo un claro triunfo el PRI allá en Tuxpan, como en muchos municipios más.

Desafortunadamente, la Sala Electoral del Tribunal Superior de Justicia del estado decidió anular 16 casillas electorales con las cuales se revierte el triunfo legítimo que obtuvo la Alianza por la Fidelidad que postuló a Juan Ramón Ganem para Presidente Municipal y se favorece al Partido Acción Nacional, que no representa, en mi opinión, en este momento político, lo que conviene a Tuxpan y a la región porque, además de haber transcurrido un período prolongado al frente de la administración, esta no cubrió las expectativas de los tuxpeños y ni siquiera postuló en esta ocasión a su mejor candidato porque se enfrascaron en una lucha interna que les mermó credibilidad, que dejó a la vista sus debilidades y que trasladó los votos al PRI.

Ahora, al haber recurrido al TRIFE el Partido Revolucionario Institucional y su alianza, cabe la posibilidad de que el Poder Judicial de la Federación reconozca la eficacia de los agravios presentados por el excelente equipo de abogados con los que cuenta la Alianza y que revoque la resolución emitida por la Sala del Tribunal Superior de Justicia del estado y con ello devuelva el triunfo al PRI y a su candidato Juan Ramón.

El restituir al PRI en el triunfo de la Presidencia municipal es un acto de justicia para los electores tuxpeños que votamos mayoritariamente por la opción de la fidelidad pero, sobre todo, resulta ser un acierto jurídico porque la anulación de las casillas por el TSJE no tienen sustento jurídico porque el cambio de ubicación de estas se debió a que en esos lugares funcionaban albergues que atendían a los damnificados y ese acuerdo fue avalado por todos los partidos políticos contendientes por lo que resulta legal ese traslado y, en consecuencia, los votos emitidos en estas casillas.

De obtener el triunfo el PRI, que parece que solo yo lo creo, ojala todo esto sirva de lección para recomponer de una vez por todas el escenario político del municipio de Tuxpan y de todo el Distrito electoral, porque toda la región merece mayor atención de los gobernantes, para salir del injustificado atraso en su desarrollo integral, porque hay que considerar que no es fácil que las condiciones de ahora se repitan como el hecho de que el gobernador de Veracruz se llama Fidel Herrera Beltrán. Por eso el triunfo lo debe aprovechar la ciudadanía tuxpeña. Esa es la cuestión.


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